miércoles, 29 de septiembre de 2010

Recordatorio

Estoy aquí esperando. Lo sabes, ¿no?

Sí...

¿Y bien?

Sí, ya lo sé, tengo que ponerme con ello, tengo que mirar atrás por última vez...

Pues deberías empezar, tienes muchas habitaciones que recorrer. Y no te lamentes tanto; ahora estás muy recuperada. Además, si estamos aquí es por tu culpa. No lo olvides.

No, no lo olvido...

Pues descálzate de una vez y cruza la primera puerta.


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domingo, 26 de septiembre de 2010

Planos

Hay que darle algunas vueltas todavía a cada hueco, pero más o menos lo más evidente ya está en su sitio. Las sonrisas las pondré en el vestíbulo. Los amigos van en el salón, aunque alguno de vez en cuando sea tan amable de pasarse por la cocina. Las risas irán en el comedor y en el dormitorio pondré la paz junto con la piel y las caricias, aunque por los pasillos también jugarán los besos.

En el garaje colocaré las ganas de avanzar corriendo hacia el futuro. Y en el trastero dejaré algunos recuerdos que se me han quedado ya viejos y no combinan bien con el humor del que están las paredes. Quizá con el tiempo se deshagan en ceniza gris y los pueda barrer con una escoba fabricada de olvido.

El patio repartirá luz a todas las estancias. Y en el cuarto de baño colocaré un espejo grande que siempre me devuelva mi verdadero reflejo. Ese que ahora tiene los ojos alegres y me sonríe cuando me miro.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Llaves

Un manojo de llaves.
Agridulce.
Solo.

Un manojo de palabras y silencio.


domingo, 19 de septiembre de 2010

Plaza del Castillo

Me siento a disfrutar del tibio sol norteño de este verano que se acaba mientras cierro los ojos detrás de las gafas de sol y noto cómo el suave aire que sopla me revuelve el pelo. Y pienso.

Es ese aire el que debo dejar entrar en cada habitación de mi vida, ese que es capaz de llevarse los últimos rumores y lágrimas porque ya no tienen fuerza, de derrumbar los últimos castillos porque ya son de arena. De hundir los últimos barcos porque ya son de papel. De hacer que se caigan las últimas vendas, que se apaguen las últimas velas. De pasar la última página y cerrar el libro, por fin.

Y ahora, que caiga la moneda que hemos lanzado al aire, a ese aire, porque sea cual sea el resultado, salga cara o cruz, habremos ganado la apuesta.

Tú y yo.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Descalza

Tengo el pelo chorreándome la rabia en la que me he sumergido sin querer y la mirada enredada de recuerdos, como una vieja pared cubierta de hiedra.

Ahora tengo trabajo: entrar en cada una de las habitaciones de mi vida y volver a recorrerlas, pero esta vez descalza, sintiendo cada estancia sin filtros, sin antídotos... contemplando cada hueco con mis ojos de hoy para que mi mente y mi corazón vuelvan a tomarse de la mano y pueda hacer las paces con mi pasado y dejarlo allí, por fin, en los días que pasaron, convertidos ya en polvo y ceniza, inofensivos como una pluma en el aire.

Y me haré daño en los pies. Pero será la última vez.

martes, 14 de septiembre de 2010

Lo que dices de mí

Lo que dices de mí: un camino enlosado con tus palabras que recorro asombrada cada vez que me sumerjo en tus frases tranquilas. Igual que si me contaras uno de mis propios sueños, extraño y familiar, conocido y olvidado y recordado a la vez.

Me oigo en tu voz, porque lo que dices de mí soy yo misma. Una parte de mí se queda a tu lado y otra parte de ti se viene conmigo, a hacerme compañía cuando no puedo verte, a hablarme igual que un espejo. A quererme, a pesar de todo.

A quererme, desde tan cerca...

lunes, 13 de septiembre de 2010

La verdad

Lo he pensado, a pesar de que desde que me lo dijiste sabía que mi mente no iba a aceptarlo. Y estoy segura que la tuya tampoco.

Yo no puedo decidir lo que es verdad y lo que no.

Podría ser una manera fácil de quitarme ese peso de encima, eso que no termino de superar, eso que todavía me hace tanto daño. Pero no, así no. Sé que lo que quieres es ayudarme, pero me conoces y sabes que así no funcionaría.

Así que lo mejor será hipertrofiar los músculos que me hagan falta para aguantar esa losa, porque la tendré sobre mi espalda, en mi mente y, sobre todo, en mi corazón mucho tiempo todavía.

Sé que estás conmigo. Y me ayudas más de lo que imaginas.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Recuerdos

Hoy he vuelto a contactar con un viejo amigo al que conocí en el verano de 1992 en una estancia de dos meses en una Universidad, en California. No parece mucho tiempo, ¿verdad?. Sin embargo, recuerdo con especial cariño las charlas en las que nos enfrascábamos durante horas, en las que nos hacíamos confidencias mucho más íntimas que lo que en principio se podría esperar en una amistad tan nueva. Y es que creo que a esa edad y en esas circunstancias, los acontecimientos ocurren mucho más deprisa y las emociones se viven de forma mucho más intensa. El recuerdo de aquel verano "pesa" muchísimo en mi memoria, tanto que he llegado a la conclusión de que cambió el rumbo de mi vida. No puedo concebir mi vida tal y como es ahora sin aquellos dos meses.

Y eso es algo de lo que no fui consciente mientras lo estaba viviendo. Ni siquiera durante el año que le siguió, uno de mis huecos más dolorosos. Ha sido mucho más tarde cuando me he dado cuenta de lo que significó aquel verano para mí. Y es que los recuerdos también cambian con el tiempo. Se atemperan, se matizan, se hacen brillantes o se convierten en trampas traicioneras... o, y eso es mejor de todo, pueden llegar a mostrarnos el verdadero valor de las cosas.

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miércoles, 8 de septiembre de 2010

Cambio de agujas

Y aquí estoy una vez más, buscándote en los cuadros que otros pintaron, en las imágenes que otros fotografiaron. En las canciones que otros compusieron, en las estrellas que otros contemplaron, en la estación que te anunció y que se disuelve poco a poco en los minutos que cada noche sustrae a la luz.

En las palabras sucedáneas que otros escribieron, mientras las tuyas se alejan en el tiempo.

Aquí estoy, otra vez.

lunes, 6 de septiembre de 2010

La isla desierta

Hace tiempo que la isla se ocultó para siempre de la vista en este océano de conexiones, igual que ella. Hace mucho que ya no pueden divisarla los navegantes que en tiempos pasaban lo suficientemente cerca como para apreciar sus playas de poniente y oriente, su volcán cubierto de vegetación y sus grutas llenas de agua dulce. Sus increíbles puestas de sol.

Ahora reina el silencio, sólo roto por los pasos que doy con cuidado entre libros, canciones, películas y algún que otro curioso objeto, como un telescopio, una hamaca a medio trenzar o un espejo de cuerpo entero, todos ellos inertes, como olvidados en el mismo sitio en el que fueron colocados por primera vez, cuando ella podía percibir el latido de un corazón que se acompasaba suavemente con el suyo si se tumbaba y apoyaba el oído contra el suelo.

Hoy sigo en silencio los pequeños senderos que ella recorrió tantas veces mientras la recuerdo venir y contemplar asombrada cómo le brotaban palabras de colores delante de los ojos, cómo se sentía acariciada, abarcada por ellas. Cómo lo entendió todo a pesar de que para ello se le tuviera que volver a abrir la vieja herida con un nuevo dolor, íntimo y profundo como los años ya pasados.

Y aquí, sentada contemplando la textura de su arena hecha de sentimientos y de piel en carne viva hechizada en el tiempo, hay momentos en los que todavía noto que ella, mirando a través de mis ojos, sonríe.



 
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